Esta es la traducción de una carta de Ross Ulbricht que se publicó en su blog en Septiembre de 2019. Podéis leer el artículo original aquí: https://rossulbricht.medium.com/bitcoin-equals-freedom-6c33986b4852
Algo especial sucedió en el primer año después de que Satoshi nos regalara Bitcoin. Algo que nadie esperaba y que muchos pensaban que era imposible. Intenta imaginar Bitcoin en aquel entonces, antes de que pudieras comprar cosas con él, antes de que hubiera un tipo de cambio, antes de que nadie supiera realmente qué pasaría con él, si es que pasaba algo. Bitcoin no empezó como dinero. Se convirtió en dinero, pero lo hizo de forma distinta a cualquier dinero anterior. A pesar de todas las cosas que Bitcoin ha hecho posibles, a pesar de todas las formas en que está cambiando nuestro mundo, no apreciamos plenamente o ni siquiera entendemos lo que sucedió en aquellos primeros días, cuando era sólo un juguete para geeks.
Cualquier otro dinero anterior al Bitcoin -en la larga historia de la civilización humana- se valoraba por razones distintas a su uso como dinero. El ganado en África, los sellos de correos en las prisiones, las conchas marinas y los metales preciosos se han utilizado como dinero y encajan en este patrón. La única excepción es el dinero fiduciario -algo declarado como dinero por una autoridad-, pero incluso las monedas fiduciarias nacionales estuvieron en su día respaldadas por algo con valor previo, como el oro.
Bitcoin cambió todo eso. Bitcoin no tenía ningún valor previo y nadie estaba obligado a utilizarlo, pero de alguna manera se convirtió en un medio de intercambio. Las personas que no entienden y se preocupan poco por Bitcoin pueden, sin embargo, aceptarlo como pago porque saben que puede ser utilizado para pagar por otra cosa o ser intercambiado por dinero convencional.
La gente suele mencionar las pizzas que se compraron por diez mil bitcoins y, en retrospectiva, se burlan del tipo que se comió lo que se convertiría en un almuerzo multimillonario. A mí me interesa más la persona que renunció a dos pizzas en perfecto estado por meros bitcoins. ¿Qué vio en esos bits y bytes, en esa firma digital de algo que la gente llamaba cadena de bloques? Lo que motivó al vendedor de pizzas pudo haber llamado también la atención de los primeros mineros, que no podían vender pero acumulaban alegremente. Quizá inspiró a los que simplemente regalaban bitcoins por miles. Fuera lo que fuese, era algo nuevo.
La teoría económica clásica dice que un intercambio no se produce a menos que ambas partes valoren más lo que reciben que lo que entregan. Entonces, ¿de dónde viene el valor? Bitcoin nunca debería haber despegado, pero lo hizo. Incluso un producto nuevo tiene algún tipo de valor, y los primeros en adoptarlo corren el riesgo de no obtener el valor de su dinero, pero aún así esperan ganar con el intercambio.
En cambio, los primeros usuarios de Bitcoin no tenían ni idea de lo que sabemos ahora. Todo lo que tenían era un sueño, una convicción y el entusiasmo suficiente para convertir un artilugio digital en un fenómeno multimillonario del que sólo estamos empezando a ver los efectos.
Te diré lo que creo que pasó, aunque lo cierto es que nadie lo sabe. Es casi magia que Bitcoin pudiera surgir de la nada y, sin valor previo ni decreto de autoridad, convertirse en dinero. Pero Bitcoin no se originó en el vacío. Fue la solución a un problema con el que los criptógrafos llevaban lidiando muchos años: Cómo crear dinero digital sin autoridad central que no pudiera falsificarse y en el que se pudiera confiar.
Este problema persistió durante tanto tiempo que algunos dejaron la solución a otros y soñaron en cambio con cómo sería nuestro futuro si el dinero digital descentralizado llegara a existir de alguna manera. Soñaban con un futuro en el que el poder económico del mundo estuviera al alcance de todos, en el que el valor pudiera transferirse a cualquier lugar con sólo pulsar una tecla. Soñaban con que la prosperidad y libertad dependieran únicamente de las matemáticas de una encriptación robusta.
Bitcoin nacía pues en terreno fértil y era reconocido por quienes lo habían estado esperando. Fue un momento histórico para ellos, mucho más importante que las pizzas o las facturas de la electricidad generadas por la minería. La promesa de libertad y el encanto del destino dieron energía a la comunidad inicial. Bitcoin se adoptó consciente y espontáneamente como dinero mientras nadie lo veía, y nuestro mundo nunca volverá a ser el mismo.