https://philpapers.org/archive/QUILTD-8.pdf
Mucha gente todavía no se ha dado cuenta de que la Guerra Fría, que enfrentaba al comunismo contra el capitalismo, terminó hace tiempo. Para la izquierda, la culpa era de los ricos (tanto empresarios como países) que acaparaban la riqueza para sí dejando al resto en la miseria. Para la derecha, la culpa era del Estado y la regulación.
Actualmente, aún se discute si son las élites políticas o las económicas las culpables de los males de la sociedad, pero esta discusión no tiene sentido, ya que ambas se han aliado y comparten esa culpabilidad. Tanto los Estados como las corporaciones trasmiten el mismo mensaje, según el cual, los culpables no son ellos, sino nosotros.
Se comentan cuatro aspectos en los que se puede constatar este hecho:
1- Ecologismo: para la sociedad, entraña un gran encarecimiento de la energía y las materias primas, además de una elevadísima tasa de desempleo. Los beneficiados son los Estados y mundo empresarial.
2- Feminismo: recibe cuantiosas subvenciones a la vez que obstaculiza la natalidad, ya que ésta atenta contra el planeta, contra el empoderamiento femenino y contra las empresas.
3- Pensiones de jubilación: a resultas del descenso de la natalidad, cada individuo deberá hacer un mayor esfuerzo fiscal para el pago de las pensiones.
4- Migraciones: benefician al Estado (pensiones) y al capitalista (mano de obra barata), perjudicando a los individuos que ven como sus barrios se van degradando.
Habiendo constatado que la derecha (capital) y la izquierda (Estado) ya no son enemigos, sino que se han aliado contra nosotros para prosperar a nuestra costa, se pone de manifiesto que solamente la unión de toda la sociedad podrá hacer frente a dicha alianza.
Esas élites utilizan herramientas represivas contra sus detractores mientras recompensan a aquellos que les son afines. Se trata del tradicional "palo" y "zanahoria", pero ahora con renovada apariencia.
No podemos saber cuál será la distopía que acabará imponiéndose: la del "palo" reflejada en la novela "1984" de George Orwell o la de la "zanahoria" mostrada en "Un mundo feliz" de Aldous Huxley. En cualquier caso, existe la posibilidad de que ambas opciones no sean incompatibles.