Creator 1984 on Nostr: Título: "El Segundo Nacimiento" La habitación era blanca, estéril, como un vientre ...
Título: "El Segundo Nacimiento"
La habitación era blanca, estéril, como un vientre clínico. No había ventanas, solo la luz suave del techo y el zumbido constante del sistema de soporte. Aiden se recostó sobre la cápsula de conversión. El polímero cálido del asiento se amoldó a su cuerpo, y el escáner comenzó a desplazarse lentamente sobre su piel. Un holograma apareció frente a él, mostrando su código genético desplegado como una sinfonía de luz.
«¿Estás segura?», preguntó la voz sintética del sistema.
«Sí», respondió Aiden, sin titubear.
El protocolo se activó.
Un torrente de nanobots, más pequeños que una célula, empezó a fluir por sus venas. No lo sintió como dolor, sino como un calor suave que brotaba desde el centro de sus huesos. Comenzaron en lo más profundo: sus cromosomas. Cada célula fue intervenida, el cromosoma Y extraído, sustituido por una réplica del X, fabricada con precisión atómica. En minutos, Aiden dejó de ser genéticamente XY. Era, célula por célula, XX.
El cambio hormonal vino como una marea invisible. Su cuerpo, obediente, respondió: la testosterona se desactivó, el estrógeno tomó el trono. Sus huesos empezaron a ceder, a remodelarse. La caja torácica se estrechó, la clavícula se afinó. Pudo sentir cómo la presión en su pelvis cambiaba, expandiéndose ligeramente, como si su esqueleto estuviera recordando una forma olvidada.
Los músculos se reacomodaban, perdiendo densidad, volviéndose más suaves, más flexibles. Su piel cambió de textura, volviéndose más tersa, más sensible al tacto del aire. El vello facial retrocedía, deshaciéndose sin dejar rastro.
El proceso era lento, pero constante. Durante días permaneció en la cápsula, alimentada por vía subcutánea, dormitando entre sueños lúcidos. Soñaba con sí misma —no como Aiden, sino como quien siempre había estado ahí, esperando.
La parte más compleja llegó al final. Su aparato reproductor fue desensamblado célula por célula, y en su lugar, como una obra de arte biológica, fue construida una matriz interna. Ovarios funcionales, un útero en formación, una vagina sensible, viva, irrigada. Los tejidos eran suyos, cultivados de su propia biología, pero ahora moldeados por otra verdad genética.
Cuando abrió los ojos al fin, el zumbido había cesado.
Se incorporó lentamente, sentía el peso distinto del cuerpo, la distribución nueva de su equilibrio. Su reflejo la esperaba, suspendido en un panel de cristal. Ya no era un reflejo ajeno. Tenía mejillas suaves, labios más llenos, una mirada distinta, profunda. Sus manos recorrieron su propio rostro, con lágrimas silenciosas deslizándose por la piel recién nacida.
Aiden ya no estaba.
Ella respiró hondo por primera vez.
Y sonrió.
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